Quince años atrás, en septiembre 11, me encontraba haciendo rotaciones en el área de varones de un hospital psiquiátrico, cuando todas las cadenas de televisión avisaron “America Under Attack”. Paradójicamente, a pesar de la desolación y de la preocupación por los parientes que vivían en New York, la mayoría de los pacientes con síntomas depresivos reaccionaron positivamente, mostrando ansia de vivir y deseo de aferrarse a la vida. Era una paradoja porque la mayoría de ellos había llegado al hospital a causa de algún intento de quitarse la vida. Análogamente, pacientes esquizofrénicos con alucinaciones, no presentaron ideas delirantes frente a las dramáticas imágenes de septiembre 11, comenzando, en su inmensa mayoría, a descubrir que lo que veían era parte de la realidad. En aquel momento pude intuir que un choque fuerte con la realidad puede hundir al ser humano o ayudarlo a organizarse...
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